El mundo se ha desmoronado. Las instituciones ya no funcionan. Los muertos vivos responsables del apocalipsis siguen hambrientos y merodean por un suburbio en busca del placer de la carne cruda. Ya no queda a quién devorar pero aún tienen los dientes afilados. Apocalipsis a la hora de comer es la historia de los opresores y los oprimidos, la historia de los que siempre encontrarán a quién devorar.